Cuando hablamos del PUEBLO SAHARAUI nos referimos al originario del Sáhara Occidental, territorio que fue colonizado por España desde el 1884 (cuando Europa se repartía África a la conferencia de Berlín) hasta el 1975. Este año España firma unos acuerdos con Marruecos y Mauritania y vende el Sáhara y sus habitantes a estos dos países, a cambio de promesas y compensaciones económicas y estratégicas. El Frente POLISARIO, contesta esta traición iniciando una guerra de defensa en frente la invasión de Marruecos y Mauritania, por un lado, y comandando, por otro, el éxodo de la población saharaui que huyó de las ciudades ocupadas del Sáhara Occidental estableciéndose, finalmente, en el desierto de la hamada, al suroeste de Argelia, cerca de la ciudad de Tindouf. Desde allí empezó la construcción de una nueva sociedad en el exilio, en una tierra donde nada crece y donde las condiciones de vida son extremadamente duras. El pueblo saharaui tiene religión musulmana y, por lo tanto, no come cerdo y hace el Ramadán. Hace falta decir, pero, que algunas prácticas de esta religión están algo adaptadas, son propias y únicas al mundo árabe (hay la posibilidad de divorciarse y volverse a casar, tanto por parte de los hombres como de las mujeres, hasta cuatro veces) y que dentro de la cultura árabe es un pueblo en que las mujeres tienen mucha relevancia, pues ellas tienen representación en todos los ámbitos de la sociedad: gobierno, sanidad, economía, educación… además de en el ámbito doméstico, donde ellas deciden.

La estructura familiar es más amplia que la nuestra (no se compone sólo de madre, padre y hermanos, sino que se extiende a abuelos, tías, parientes…). Cada familia vive en una haima (tienda de campaña de lona de gran capacidad, muy acogedora en sus adentros). Al lado de esta haima se construyen a menudo otras edificaciones a modo de habitaciones, todas alrededor de un patio de arena rectangular, dónde cada aposento tiene una función diferente: cocina, lavabo… Su lengua es el “hassania”, un dialecto del árabe clásico, aunque una gran parte de la población conoce el castellano, ya que actualmente se enseña como segunda lengua en las escuelas.

La vida en las haimes va acompañada de la ceremonia del té; todo el mundo que entra está invitado a los tradicionales tres espumosos tés: el primero amargo como la vida, el segundo suave como el amor y el tercero dulce como la muerte.

Las mujeres llevan la melfa, su vestido típico tradicional de vivos y alegres colores, sobre la ropa normal, cubriendo la cabeza y a veces la cara. Los hombres llevan el vestido típico, el darrá que tiene dos versiones: una túnica entera o dos piezas que normalmente es de color azul o blanco, aunque se puede ser de algún otro color.